domingo, 1 de marzo de 2009

La muñeca de Adela.

En la ancha y vieja casa solariega, Adela camina por las galerías, arrastrando su muñeca de trapos. Adela se siente muy chiquita en esa casa tan grande, una casa con tantas habitaciones, donde una larguísima galería se abre en tantas puertas. Pero lo que sí le gusta, es ver la cocina a leña; le encanta observar cómo cocinan, aunque la echan a menudo de allí porque molesta; en realidad, parece que...Adela molesta en todas partes; de todos lados la echan; !claro! ¡quién va a quererla, si está sola!

Sus papás hace mucho que murieron, y como la hija de esta vecina del campo siempre la quiso y jugó con ella, le pidió a su madre que la dejara estar con ellos.

La mamá aceptó debido a la insistencia de su hija Claudia, pero ahora está arrepentida, porque piensa que se ha "encaprichado" con la niña, y además, está preocupada porque teme que su hija se vuelva "tonta" ya que considera que Adela NO es una buena compañía, no sólo porque es estúpida, sino porque en el círculo social en que ellos se mueven, no es lógico que su hija,-!con el nivel que ellos tienen, por Dios!-juegue y comparta su tiempo con una "tontita"...

Las dos niñas tienen 9 años, pero la mente de Adela ha quedado "anclada" en los 2, porque tuvo meningitis. Claudia protege a Adela, la deja jugar con sus hermosas muñecas y todos sus juguetes; y la dueña de casa, cuando vienen visitas trata de que "no la vean"; y mientras Claudia no está, la maltrata; le pega, la amenaza, y Adela cuando Claudia vuelve de la escuela, llora y se refugia en su amiga...

Adela adora su muñequita de trapo, y la llama Da-dín; aunque Claudia se esfuerza en enseñarle a hablar mejor, su lenguaje es pobrísimo,y por más que se esfuerza no logra que aprenda, pero con la característica lógica de los niños, intuye que el camino para ayudar a Adela es su muñequita, y la arrulla, le hace vestiditos y le enseña, en su lenguaje casi de bebé, a cantarle una canción de cuna.

Adela se pasa horas en la tierra acunando a Da-din entre sus brazos; la madre de Claudia no pierde oportunidad en cuanto puede de maltratarla; le pega, la insulta, le quiere arrancar su muñeca, su más preciado tesoro.

Adela no entiende cuando la echan de todas partes, vuelve, y vuelve, y vuelve una y otra vez, produciendo cada vez más enojo en la dueña de casa, que cree que la niña se burla de ella; la mentalidad de la madre de Claudia es tan pobre y necia, y está tan enceguecida que no comprende las limitaciones de la pequeña; y cuanto más intenta alejar a su hija de Adela, más fuertes son los lazos que las unen.

Adela y su Da-din no se separan jamás; es "su" conexión con el mundo, su corazón, su boca, su cerebro...

Solo un día, un fatal día la deja unos minutos en su cunita(un cajoncito que armaron entre las dos amiguitas) y cuando vuelve a buscarla no la encuentra; la empieza a buscar enloquecida llorando; busca entonces a Claudia, para que la ayude, y comienzan a buscar por toda la casa, sin encontrarla; hasta que... en esa larga recorrida salen al patio de atrás y ven a la muñeca en una fogata adonde seguramente la ha tirado la madre de Claudia.

Adela se arroja al fuego para rescatarla, pero Claudia se lo impide y ella misma quiere sacar a la muñeca del fuego; sus vestidos, vaporosos, hermosos, se incendian y grita desesperada; acude su madre que enloquecida quiere apagar el fuego que hace presa de los vestidos de su hija; Adela se limita a mirar, asustada; su entendimiento no le permite comprender exactamente qué está sucediendo.

Claudia se está quemando, pero ha salvado los restos de la muñeca de Adela; así, con los vestidos en llamas, se acerca y le tiende la muñeca a Adela; en ese momento traen una frazada -que ha pedido a gritos la madre de Claudia mientras intentaba apagar en el cuerpo de su hija con sus manos-, la envuelve en ella, y sube al auto para llevarla al hospital más cercano, mientras grita insultos horribles a Adela, que la mira asustada.

Adela queda sola en la casa, y recorre las largas habitaciones solitarias; el fuego, crece, crece, crece en el patio donde la madre de Claudia lo alimentó.

Adela que vió muchas veces a la madre de Claudia quemando el pasto seco, lleva manojos de paja que hay en un galpón, hacia las habitaciones; cuando ve que todas ellas están iluminadas por el color del fuego, sale al exterior de la casa a mirar el espectáculo de las llamas, mientras acuna a DA-din y palmotea feliz, encantada por las largas lenguas de fuego que salen por los techos.

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