domingo, 1 de marzo de 2009

Impotencia

Gruesas lágrimas caían por las mejillas curtidas del camionero, mientras sentado al borde del camino hablaba con la niña de 9 años que se había cruzado delante de su camiòn pidiéndole que se detuviera.

Sentía una piedra enorme en el pecho, porque ella le había ofrecido su cuerpo y al pedirle por favor que no lo hiciera nunca más, que tenía que jugar, que era una nena, que él le daría el dinero que necesitaba y que hablaría ya mismo con sus padres, le contestó:

- " Es que somos 17 hermanos... ¿Sabes?... la otra vez pasó lo mismo. Otro camionero me dijo lo mismo que vos, pero... cuando se nos termine la plata, en uno o dos días, tengo que volver a "trabajar"...

Y dándole las gracias, le echó los brazos al cuello, le dió un beso en la mejilla , le dijo que no llorara más, y se alejó corriendo

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